Dice el feminismo hegemónico y decimonónico que hay que deshacerse de las cargas de nuestros ciclos y crianza y equipararse al hombre, para poder ser libres.
Y a mí me viene esa imagen de cualquier gallinero en el que el gallo se pasea por en medio de las gallinas como si fuera un Ser Superior.
Ojo, gallinas feministas, que incuban sus huevos fuera de su cuerpo y no dan teta.
Y así seguimos.
Por muy feministas y liberadas que nos presentemos, seguimos poniendo como modelo lo masculino. Meta que lograr y a la que parecerse.
Como gallinas cluecas en el corral.
Y digo yo, ¿no sería mejor reconocer nuestro poder como mujeres?
Nuestros dones, únicos e intransferibles. Nuestras capacidades que la otra mitad de la población no posee.
Reconocer, fomentar, potenciar…
Somos diosas en cuerpos de mujer.
Cambiamos con la luna, bailamos con las mareas. Somos agua, tierra, fuego, metal y madera. El principio y el fin.
Pero no interesa que lo descubramos.
Podríamos lograr levantar la economía desde casa, con nuestros vientres plenos y nuestros hijos en las tetas.
Esto sí que sería una Revolución.
Pero no interesa.
Por eso tergiversan nuestro mensaje, nos difaman y vilipendian.
¡Qué desfachatez! ¡Creer que se puede disfrutar del trabajo, de la maternidad, de la pareja! ¿A quién se le ocurre?
A cuatro mujeres locas del coño y de la teta.
Dije cuatro? Cuatrocientas!!!
Por allí vienen más!!
Una marea imparable.
No dejéis de soñar en un futuro, en una tierra que mana leche y miel.
Mónica Álvarez Álvarez
#Déjatedecuentos
Con Irene García Perulero

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