Supongo que vais leyendo el libro.
Hoy quería compartiros un fragmento del capítulo sobre Atenea. Me parece tan importante todo, que me resulta muy difícil elegir uno solo.
Os dejo dos párrafos, pero os pido que lo leáis entero y comentéis debajo.
(…) Este arquetipo, sin llegar a representar a la típica “ejecutiva agresiva” se encuentra hoy día en muchas mujeres que venimos de una educación progresista basada en los principios del feminismo clásico, pero afianzada igualmente en un patriarcalismo que hace que las mujeres nos hayamos desligado de nuestros cuerpos, de nuestra intuición, de nuestros atributos más característicos como féminas. Nacidas “de la cabeza del padre”, hemos creído que ser feministas era asemejarnos a ellos y gozar de sus mismos derechos y posibilidades y lo único que hemos logrado en muchos casos es un trabajo agotador a doble jornada. Nos pasamos el día corriendo de un lado a otro, creyendo que con eso estamos conquistando nuestra libertad, cuando lo único que logramos es, precisamente eso: correr de un lado a otro. (…)
(…) Ta vez esa costumbre de cortar el cordón umbilical tan tempranamente responde a una especie de envidia primaria de los médicos (sociedad patriarcal) hacia la relación única e irrepetible que se crea entre madre y bebé en esos primeros momentos de vida. Tal vez dijeron: nos llevaremos al bebé lejos de la madre inmediatamente; le diremos que es mejor para ambos, que ella está mejor descansando y el bebé en una cunita transparente. Así el vínculo madre-hijo se alterará y el hijo o la hija podrán creer más fácilmente que en realidad nació de la cabeza de su padre.
Pero no pudieron evitar que quedara un vestigio claro del paso por el útero materno, de la capacidad nutricia de la madre mientras el bebé estaba dentro, de su capacidad para hacer algo que el hombre jamás podrá hacer : concebir y gestar. Quedó un testigo mudo y fastidioso de nuestra etapa uterina que no se ha podido eliminar de la anatomía humana: el ombligo. (…)
(…) La necesidad de retornar al origen, de disfrutar de nuestros hijos mientras nos revalorizamos y reinventamos como trabajadoras-emprendedoras, de ser mujeres completas en todas nuestras facetas, no sólo en la bipolaridad blanco-negro que nos han vendido hasta ahora, hacen que cada día busquemos nuevas maneras de expresarnos en el mundo y de buscar guías que nos enseñen un camino olvidado por mucho tiempo que poder recuperar y recorrer con paso firme. Como las mujeres-diosas poderosas que en el fondo, aún sin saberlo, siempre hemos sido. (…)
Mónica Álvarez Álvarez
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