Para los antiguos griegos era la diosa de la cocina, la arquitectura, el hogar, o más apropiadamente del fuego que da calor y vida a los hogares.
(…) Ahora, de manera más moderna, se le llama sinergia: la capacidad de sumar varios elementos y obtener algo que va mucho más allá de lo que eran los elementos originales. Pueden ser cosas físicas, emociones, ideas… parece un invento moderno, pero es algo que ha existido siempre, sólo que se le llamaba de otra manera: alquimia.
Y sobre Alquimia, aunque acabó siendo una disciplina de hombres sabios y eruditos, lo cierto es que quienes más entendían de ello eran las mujeres. Eran las mujeres las que sabían los secretos de cómo cortar, mezclar, añadir… las cantidades necesarias para que el guiso fuera agradable… Y cómo trabajar con el elemento que lograba que todo esto mutara realmente en algo distinto del original: el fuego.
También en el horno alquímico que es el útero se ha creado toda la vida un nuevo ser a partir de los fluidos del hombre y la mujer. Dos cosas diferentes creando una tercera cosa completamente distinta y característica.
Hestia, la diosa del hogar, representaba este fuego, esta característica alquímica, la sabiduría de las mujeres que saben cómo transformar una serie de ingredientes sosos y sin vida en un alimento rico y con capacidad nutriente. (…)
(…) El mismo fuego que da la vida puede ser un elemento poderoso de destrucción según en manos de quién esté. Según si es tratado desde la sabiduría y la humildad o desde la ignorancia y la soberbia.(…)
Fragmento del libro El ombligo de Atenea.
Autora: Mónica Álvarez Álvarez
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