Se dice que las lactancias fracasan por los frenillos, los pediatras que des-informan, los padres que no ayudan, los comentarios inapropiados, la falta de apoyos, la falta de leche, el exceso de mala leche…

Pues no, señores.

El responsable de que tantas y tantas lactancias fracasen es el mensaje femisógino y retrógrado que dice que darse, entregarse a otro ser humano es patriarcal y te quita calidad de vida.

Un mensaje que lleva repitiéndose hasta la saciedad, desde el feminismo y también desde el patriarcado, y que, nosotras, mujeres del siglo XXI llevamos grabado hasta el tuétano.

“Que los niños se crían igual de bien con leche maternizada.”
“”Que las madres somos nocivas porque los sobreprotegemos y están mucho mejor en la guardería.
“Que con biberón el padre también participa en la crianza.”
“Que así se puede retomar antes la relación de pareja.”
“Que el trabajo te dignifica y además te da un sueldo que necesitas para pagar la hipoteca, los dos coches, las vacaciones, la guardería…”

Da igual de dónde venga el discurso.

Quienes nos oprimen y quiénes nos liberan al final dicen lo mismo, ya sean hombres o mujeres: nos quieren calladas, quietas, produciendo y con las piernas abiertas.

¿Cómo vamos a lograr que los partidos incluyan políticas que sean realmente favorecedoras de la familia?

¡Si ellos no creen en la familia!

Ellos y ellas, las políticas que nos van a venir a “apoyar” están inmersos dentro de esta ideología “femisógina” que realmente cree que favorecer la lactancia y la crianza es favorecer el esclavismo femenino, pues obliga a las mujeres a quedarse en casa anclada a sus hijos.

¿Cómo vamos a lograr un cambio si la gran mayoría de la sociedad se cree realmente este discurso pseudo salvador y mentiroso que nos ofrece una libertad relativa a costa de tener que acallar nuestros instintos para poder entregar a nuestros hijos a un Estado que los educa y somete para su propio beneficio?

La inmensa mayoría cree que somos nosotras las locas, las que apoyamos el machismo, las que despreciamos el trabajo y la sangre con la que muchas mujeres pagaron nuestro derecho para poder trabajar y tener acceso a los bienes económicos.

Nos desprecian y nos odian porque creen que queremos obligarles a regresar al tiempo de nuestras abuelas, en el que vivían sometidas al marido, cargadas de hijos, y sin posibilidades de cambiar su suerte en la vida.

Pero no vivimos en el tiempo de nuestras abuelas.

Vivimos en el siglo XXI.

Damos gracias a los logros que tantas mujeres nos han legado.

Y queremos tomar lo mejor de todo esto que tenemos para poder, realmente, elegir si queremos salir a trabajar, o dedicar una pequeña parte de nuestra vida a quedarnos en casa y disfrutar de la crianza de nuestros hijos.

Lo curioso es que muchas mujeres, cuando salen del sistema para criar en su casa, encuentran maneras alternativas de ser productivas y generar dinero. Y ya no regresan a un sistema de descubren que es opresor, machista, maltratador, insuficiente, innecesario y que funciona como un vampiro energético chupando las capacidades de las personas hasta dejarlas vacías y alienadas.

Descubren que criar y ser tu propia jefa dentro de tu negocio es empoderante.

Y que ni siquiera los impuestos abusivos y las mil trabas que encontramos todos los días son suficientes para regresar a matrix y ponernos al servicio del sistema patriarcal.

Tenemos mucho trabajo por delante.

Tenemos que encontrar a nuestras compañeras de tribu, perdidas entre los hilos enredados de una sociedad obsoleta y traerlas a la luz. #somosluz

Nos queda mucho por decir, por teclear, por escribir.

Nos quedan muchas críticas que recibir, vejaciones, difamaciones, mentiras…

Vamos como David a la batalla, a luchar contra un Goliat poderoso y apoyado por el sistema, para su propios beneficio.

Pero no nos callarán.

Iremos como Afrodita A a la Batalla de los Colosos.

¡¡Pechos fuera!!

monicaalvarezalvarez.com

@monica_alvarez_alvarez
#Déjatedecuentos
Con Irene García Perulero

¿Pero cómo vas a lograrlo si no te hablas con el dinero?

Desde aquel día en que os despedisteis enfadados no has vuelto a saber de él.

No le has llamado y no te ha llamado.

Es más, estás dispuesta a contar a todo lo mundo lo mal que se portó contigo.

E insultarlo, si la ocasión se presenta.

No puedes pretender que cubra tus necesidades si no podéis soportaros.

¿Te lo habías planteado así alguna vez?

Estás enfadada con él.

Dolida.

Jamás le hablarías si no fuera estrictamente necesario.

Y te fastidia aún más, porque sabes que lo necesitas tanto como él a ti.

A lo mejor la solución pasa porque pudierais volver a tener una relación al menos cordial.

No te digo que le abras de nuevo tu corazón.

Pero sí dar pie al menos para que pueda haber un trato mínimo.

YO ME OFREZCO A MEDIAR ENTRE AMBOS.

Puedo ser quien hable con él.

Quien hable contigo.

Quien lime las asperezas entre uno y otro

para que al final el acuerdo se pueda dar.

¿TE PARECE QUE PODRÍA SER UNA BUENA SOLUCIÓN?

Estoy dispuesta a trabajar duro para que podáis reconciliaros de verdad.

No será de un día para otro, pero se puede lograr.

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