Piquito

 

Rescato un artículo que escribí hace tiempo en mi blog El hada de los girasoles.

 

Hoy una amiga me etiquetó en facebook para que leyese este texto, a ver qué opinaba yo.

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Como es algo complejo de explicar he escrito este post en respuesta. Espero vuestros comentario.

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No debes besar de “piquito” a tu hijo
Hay que prestar mucha atención a este detalle porque tiene connotación sexual y puede generar CONFUSIÓN durante el proceso  de crecimiento de los niños.
Aunque son chiquitos, hermosos, cuchis y los amamos, según la apreciación de expertos en psicología, besar en la boca a nuestros hijos es una mala costumbre.
Emilia Canzutti, psicóloga argentina dijo: “son los papás los que comienzan con este hábito, no es una necesidad del niño”, y destacó que son muchos los núcleos familiares en los que se hace una costumbre natural y sana darle un beso en la boca a los niños.
Hay que prestar mucha atención a este detalle porque tiene connotación sexual y puede generar confusión durante el proceso de crecimiento de los niños: Los besos despiertan en el niño estímulos en zonas sensibles, cuando los pequeños están en la etapa oral tienen sus sentidos concentrados en la boca, es lo que hace que quieran que los beses.
Los padres se besan en la boca. Es importante marcar límites para dejar claro que los besos en la boca, socialmente, están reservados para el vínculo de la pareja, sólo mamá y papá pueden demostrar su cariño de esa manera.
No debes besarlos ni de bebes. No es correcto besar en los labios de un bebé…
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El beso (el piquito, el beso en la mejilla, incluso el beso con lengua, incluso el beso esquimal que se realiza frotando las narices) son una reminiscencia del reflejo de succión que todos hemos tenido de bebés, que guardamos como una metáfora del amor que podemos tener hacia la otra persona. Da igual quién.
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El bebé recién nacido busca el pezón con la nariz, frotándose, impregnándose de su olor hasta que lo atrapa con la boca. Es el reflejo originario más profundo del ser humano, marcado por su instinto de supervivencia: el de alimentarse.
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El beso en la mejilla que damos y que suena “muac” es el sonido que hace el bebé que suelta la teta al romperse el vacío que tiene en la boca cuando sujeta pezón y areola.
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El beso con lengua es una reminiscencia del jugueteo que hace el bebé ya un poco más mayor (mis hijos empezaron hacia los dos meses) con el pezón en la boca, estableciendo su primera relación con otra persona, en la que se mezcla la nutrición, el juego, la primera relación con “el otro”… Eso que más adelante llamaremos amor comienza aquí. No hay nada sexual en esto.
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Lo he vivido con mis tres hijos teniendo como un año. Estar acostados mamando, soltar la teta, acercarse a mi boca y ponerme los labios llenos de leche en ella unos breves momentos. Éstos son los primeros “besos” que mis hijos me han dado. A mí me recuerda a ese otro instinto de pasar la comida de boca a boca que tienen muchos animales y que nosotros como pertenecientes al mundo animal también podemos poseer.
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El origen del beso está aquí.
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Luego están los convencionalismos sociales, llamarle “beso” a “eso” que hacen los bebés.
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Las normas de socialización que imponen besar en la mejilla a un desconocido.
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El encuentro sexual entre adultos que nos retrotrae a nuestra primerísima infancia y los lleva a juntar nuestras bocas en un intento de reencontrar aquella primera relación que establecimos siendo bebés. Este instinto es tan fuerte que incluso quienes fueron criados con biberón y nunca fueron puestos al pecho materno, emiten esta conducta.
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Sexualizar el piquito infantil es rizar un rizo que sólo está en la mente del adulto.
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Lo que es verdaderamente nocivo es obligar a los niños a dar besos a desconocidos en contra de su propio instinto. De este condicionamiento se han aprovechado toda la vida personas con inclinaciones a la pedofilia para obtener de forma sencilla lo que un niño jamás daría a un adulto desconocido.
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Mis hijos, ya más mayores, me besan con un piquito porque es su propio instinto el que les lleva a hacerlo. Y mira que yo les he dado besos en la mejilla, pero su inclinación es darlos en los labios. Además ellas no conocen otra manera de besar porque no les hemos ENSEÑADO ni obligado a dar besos (en la mejilla ni en ningún otro lado) a desconocidos, tampoco se les obliga a dar besos a las personas de la familia: abuelos, tíos… Incluso su padre ha conocido el placer del beso infantil cuando ya han pasado años y ha recibido pocos, todo hay que decirlo.
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Besar a alguien en la boca denota una relación especial, íntima (que no sexual), una gran confianza y un gran cariño.
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Denota el sentimiento de sentirse uno con esa persona, tanto como para juntar los labios en un gesto tan natural como es el amamantar, el querer y amar a un hijo. O un hijo a una madre.
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Un gesto que también realiza un socorrista a una persona a punto de haberse ahogado, para insuflarle el aire que él mismo no es capaz de hacer llegar a sus pulmones. Un gesto de entrega increíble, pues quien ha pasado por ello ha sentido y ha vivido, literalmente, una segunda oportunidad para vivir.
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Yo no creo dar un beso que sea nocivo ni confuso para el niño pequeño.
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Creo que la confusión se halla más en la mente del adulto, igual que el hecho de ver sexo en tantos gestos que los niños pueden hacer de forma natural y tan generosa.
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Mónica Álvarez
Psicóloga, Terapeuta de Pareja y Familia

¿Pero cómo vas a lograrlo si no te hablas con el dinero?

Desde aquel día en que os despedisteis enfadados no has vuelto a saber de él.

No le has llamado y no te ha llamado.

Es más, estás dispuesta a contar a todo lo mundo lo mal que se portó contigo.

E insultarlo, si la ocasión se presenta.

No puedes pretender que cubra tus necesidades si no podéis soportaros.

¿Te lo habías planteado así alguna vez?

Estás enfadada con él.

Dolida.

Jamás le hablarías si no fuera estrictamente necesario.

Y te fastidia aún más, porque sabes que lo necesitas tanto como él a ti.

A lo mejor la solución pasa porque pudierais volver a tener una relación al menos cordial.

No te digo que le abras de nuevo tu corazón.

Pero sí dar pie al menos para que pueda haber un trato mínimo.

YO ME OFREZCO A MEDIAR ENTRE AMBOS.

Puedo ser quien hable con él.

Quien hable contigo.

Quien lime las asperezas entre uno y otro

para que al final el acuerdo se pueda dar.

¿TE PARECE QUE PODRÍA SER UNA BUENA SOLUCIÓN?

Estoy dispuesta a trabajar duro para que podáis reconciliaros de verdad.

No será de un día para otro, pero se puede lograr.

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